Sergio Ramos tiene la sartén por el mango
Cada vez que toca revisar el contrato de Sergio Ramos, hay culebrón. Es una condición inherente a las vinculaciones de las grandes constelaciones con el Real Madrid, donde nadie es vitalicio por mucho que sea la mano que dé de comer al club. O si no, que se lo pregunten a Cristiano, Raúl o Casillas.
Si ya de por sí la situación desprende hilo narrativo de suspense, la coyuntura del coronavirus ha pospuesto cualquier atisbo de acuerdo entre las partes, aunque nada hace pensar que central y club no seguirán ligados más allá de junio de 2021. Lejos parecen haber quedado su amenaza con desertar al United en 2015 o su estratagema china del año pasado, que al final se ventiló con una atolondrada rueda de prensa con las contradicciones como imperio.
Esta vez, aunque sea por una, todo parece diferir. Aunque su edad juega en contra -tendrá 35 años cuando termine el acuerdo actual-, la experiencia es un grado, y más en el puesto de central y con el currículo del sevillano. Su temporada hasta el parón estaba siendo notable, y sabe que tiene a la entidad de la pechera con el desaguisado en el eje de la muralla, pues solo él y Varane han demostrado fiabilidad como apagafuegos. Si reina la normalidad, Real y su capitán continuarán viento en popa a toda vela...sin que la tradicional telenovela ruede muchos capítulos.