Un superdesastre de tres cabezas
La derrota en la final de la Supercopa de España es de los mayores desastres que he visto en mucho tiempo. Ni siquiera el 0-4 en el Santiago Bernabéu del pasado mes de octubre fue tan desastroso, porque ahí al menos el Real Madrid llegó 0-0 al descanso, fue superior en el primer tiempo y tuvo más ocasiones, como algún que otro gol anulado por fuera de juego. En Yeda se juntó una defensa inexistente con una capacidad ofensiva prácticamente nula. Solo se salvan Kylian Mbappé, que paradójicamente jugó su mejor partido como madridista, y Rodrygo, que lo intentó de todas las maneras, aunque no siempre acertadamente. El resto... HORRIBLE. Ni Vinicius, ni Bellingham... Una auténtica HECATOMBE.
Del clásico en Arabia pueden extraerse varias conclusiones demoledoras, pero, sobre todo, tres que preocupan bastante; o al menos a mí me lo parece. La primera es que Tchouaméni no puede seguir jugando asiduamente de central, y si me apuras directamente no puede ni volver a jugar, porque está a años luz del nivel que se requiere en el mejor club del mundo. El francés está perdidísimo como defensa y en cada ataque del rival se le ve descolocado y con muchas dudas.
Además, en la debacle ante el Barça se evidenció también que, contra atacantes de entidad como Raphinha, Lucas Vázquez sufre en exceso. Es un lateral reconvertido, y se nota. El Real Madrid necesita a Alexander-Arnold como el comer, y también un nuevo central, aunque fichar en enero es complicado. ¿Cómo convences al inglés o al Liverpool? ¿En quién te gastas el dinero para el eje de la defensa que dé inmediatamente el rendimiento necesario en el mejor club del mundo y después no suponga un estorbo? Es complicado. Es algo que debió acometerse en verano, cuando se supo del adiós de Nacho. Esa carencia, y más aún tras la lesión de Militao, el equipo la va a arrastrar hasta junio, porque a ver cómo vuelve Alaba.
Por último, la tercera conclusión es que Ancelotti debe volver al 4-4-2, al menos en este tipo de encuentros. La superioridad del Barcelona en el medio campo fue notoria. Bellingham parecía casi un delantero y tanto Camavinga como Valverde no daban a basto. Ni para sacar el balón jugado, ni para frenar las acometidas del rival. Fue algo que ya se vio en el clásico de octubre y, sin embargo, Carletto tropezó con la misma piedra en Yeda. Muy mal el italiano que fue arrasado nuevamente por Flick y que tendrá hasta junio para dar la vuelta a una situación que no tiene buena pinta.