Un ex del Real Madrid: "Por un momento, no me apetecía jugar"
El Estadio Santiago Bernabéu, conocido por su mística y atmósfera de remontadas épicas, puede convertirse en un arma de doble filo. En periodos de inseguridad y malos resultados, el famoso miedo escénico que tanto afecta a los rivales puede volverse contra los propios jugadores del Real Madrid. Así lo explica Relevo en un interesante reportaje.
Cuando las cosas van bien, el apoyo de la afición se siente como un rugido estruendoso. Sin embargo, cuando los resultados no acompañan, ese apoyo se transforma en el runrún, un murmullo desconfiado y reprobatorio que resuena en las gradas. Un verdadero suplicio para los jugadores.
Míchel, el '8' de la Quinta del Buitre, es uno de los jugadores que más sufrió este runrún. En 1989, durante un partido contra el Espanyol, decidió abandonar el campo frustrado por la presión de la grada, a pesar de que el Real Madrid ganaba 2-0. En una entrevista con El País, el por aquel entonces centrocampista describió el impacto del runrún: "¿Sabes lo que es el murmullo?... Es un murmullo de 'a ver cómo la baja este'... El de los tuyos. 'La pierde', 'no la para'...", explicaba.
"NO ME APETECE JUGAR"
Este sentimiento no es exclusivo de Míchel. Jugadores legendarios como Di Stéfano, Zidane, y más recientemente Benzema y Mbappé, también han experimentado la presión del runrún.
Iván Campo, excentral del Real Madrid, vivió un episodio de ansiedad debido a esta presión en 2001. "Pasé un momento de decir: 'Joder, es que no me apetece jugar al fútbol'... Gracias a la ayuda de Alfonso del Corral, mi familia, y mis compañeros, volví otra vez", relató en una entrevista con Relevo en 2023.
Ni siquiera los porteros no se libran de esta presión. Agustín Rodríguez, quien defendió la portería del Real Madrid durante una década, explicó: "Cuando el Bernabéu se disgusta con alguien aparece esa especie de silencio administrativo, como que está esperando que el jugador haga una cagada", sentencia.
No hay duda que el Santiago Bernabéu es un estadio singular donde la presión puede impulsar a los jugadores a la grandeza o hundirlos en la desesperación. Transformar el runrún en aplausos es el desafío que enfrentan todos los que visten la camiseta blanca. Y es que, si el Real Madrid ha ganado todo lo que ha ganado, se debe en parte a la exigencia de la parroquia madridista.