Si Di Stéfano levantara la cabeza
Jude Bellingham no es solo la sensación del momento, ni tampoco el mejor jugador del mundo, es mucho más. Un jugador de tan solo 20 años que ya se ha comido el planeta el fútbol siendo tan joven, con una química envidiable con el resto de sus compañeros, a la vez que ejerce de líder, es simplemente inigualable y único. Cristiano Ronaldo marcó una época aquí, en el Real Madrid, y tenía las mismas características que hoy en día sostiene el inglés, y su grandeza era diferente, especial. Sabías que si el día se torcía, si el partido no iba como queríamos, el portugués estaba ahí para demostrar que nadie se rendía ni daría pasos atrás, no con él sobre el césped.
Él es ese tipo de jugador, el que vela por sus compañeros, el capitán sin brazalete, la extensión de toda una institución sobre un verde que ruge más blanco que nunca cuando el '5' arranca con el balón, Bellingham cogió el testigo de Cristiano, sin miedo alguno. Tampoco hay que olvidarse de Vinicius Jr, pues, sin hacerle de menos, lo hizo el año pasado partido sí y partido también, y esta dupla dará muchas alegrías al Real Madrid en el futuro.
Antes de todos ellos, de los Zidane, los Raúl González Blanco, y también Emilio Butragueño, hubo otro más. El primero, y el que construyó los cimientos de la grandeza de aquel Real Madrid "antiguo", fue don Alfredo Di Stéfano, y es que sería el primero en recordarse jugando al ver a Jude Bellingham sobre el césped. Quienes tuvieron la oportunidad de ver al mejor jugador de la historia han visto en el inglés la reencarnación futbolística del hispanoargentino, aunque no solo eso, sino también su forma de actuar con la camiseta blanca. Ya lo dijo Máximo Décimo Meridio: "Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad".