Ceferín no da puntada sin hilo

Si ya escribí mi columna de opinión cuando al Real Madrid le tocó el Manchester City en los dieciseisavos de final de la Champions sobre el temita de las bolas calientes, hoy vamos a hacer lo mismo, pero de forma humilde. Vuelta a empezar, a jugar contra el Atlético otra vez, para que digan que desde la capital blanca, porque no hay otro color disponible, amañamos sorteos. Lo claro, una vez más, es que la traición a la Superliga se va a hacer realidad en mayo, cuando le regalen el pase a la final de la competición europea al Barcelona, porque el pasillo que le espera este año es, cuanto menos, curioso. Casualmente, Ceferín sigue sin dar puntada sin hilo, aunque ciertos personajes no lo vean.

Al Real Madrid le ponen las eliminatorias difíciles, porque esa es nuestra naturaleza, y por eso jugaremos otro derbi más, unos hipotéticos cuartos de final contra un Arsenal, mientras que las semifinales serían contra el Liverpool, uno de los mejores equipos de todo el mundo. Desde que la Superliga se anunció, no ha habido cruce fácil para nosotros, y hemos terminando ganando dos Champions en los últimos años, porque ser más grandes que la vida misma cuesta y pesa mucho, pero casi siempre cumplimos. Eso sí, la baja de Bellingham para el partido de ida ante los rojiblancos será dura, tanto por lo que representa como por lo necesario que es para Carlo Ancelotti. 

Y aun con ello, el Real Madrid se presentará a dar batalla una vez más contra todos los elementos que nos pongan en el camino. La grandeza de este club no reside solo en los títulos, sino en lo que significa para nosotros acompañar a los gladiadores blancos en su honra al escudo, al pasado, y a la vida.