Opinión

Ancelotti pasa de la meritocracia

Ancelotti pasa de la meritocraciaBernabeudigital.com
Carlo Ancelotti, Real Madrid
© foto de Federico Titone/BernabeuDigital.com
Ieri alle 21:30Opinión
de Javier Rubiano
La opinión de Javier Rubiano

Carlo Ancelotti es como es, con sus virtudes y con sus defectos. A nadie pilla por sorpresa que Endrick, después de salvarle el cuello en Copa del Rey con un doblete ante el Celta, haya sumado un total de 27 minutos en los cinco encuentros posteriores. A nadie pilla por sorpresa que ayer, con 0-0 en el marcador, su primer cambio (obviando el obligado de Asencio en la primera parte) llegue en el 80' y el elegido sea un Luka Modric de 39 años. A nadie pilla por sorpresa que Arda Güler ni siquiera se vistiese de corto. A nadie pilla por sorpresa que Tchouaméni siga siendo titular por decreto pese a que en cada partido demuestra ser un cero a la izquierda como central. A nadie pilla por sorpresa que Lucas Vázquez sea inamovible en la derecha pese a que en la cantera tienes un avión llamado Jesús Fortea.

A nadie pilla por sorpresa, en definitiva, que Ancelotti pase de la meritocracia. Porque ya lo conocemos de sobra. Son muchos años, entre su primera etapa y especialmente su segunda como entrenador del Real Madrid. El italiano es conservador como pocos y siempre apuesta por las jerarquías a la hora de elegir el once titular y los cambios. Por poner un ejemplo muy claro: Carletto siempre preferirá tener enfadado a Endrick que a Rodrygo, por una mera cuestión de peso en el vestuario y porque, a la larga, cree que el '11' le solucionará muchos más partidos que el ex del Palmeiras. Y quizá tiene razón, pero es totalmente ridículo llevar esa forma de pensar tan al extremo.

El Real Madrid entra en la fase decisiva de la temporada con Rüdiger lesionado por no haberle dado descanso teniendo a Asencio en el banquillo; con Endrick y Arda Güler bajo mínimos a nivel de confianza; con un Lucas que sale señalado en cada partido, igual que Tchouaméni. Y todo ello, mientras el equipo sigue sin saber a qué jugar más allá de esperar alguna acción individual de Vinicius, Bellingham o Mbappé. Un sinsentido todo.