El Real Madrid llega exactamente cuando se lo propone
Uno de los personajes más famosos de la literatura dejó una de las frases más significativas de la historia del género fantástico. En el Señor de los Anillos, Gandalf el Gris (y también el Blanco), llegaba exactamente cuando se lo proponía, como el Real Madrid. Con una similitud en su color, puro e impoluto, ambos han sido salvadores de la humanidad en todas sus formas. Si bien el primero llegó con Gwaihir y su hueste de águilas al Monte del Destino al final de la tercera película para ayudar a Frodo y Sam, la segunda institución también juega un papel fundamental en la sociedad, tanto para sus aficionados como para los que no lo son. Solo hay que repasar la historia, tanto reciente como más antigua, para saber que los madridistas influyen en la vida del mundo deportivo en un nivel que el resto de instituciones ni se acerca.
El mejor ejemplo, sin ni siquiera irse muy lejos, es el gol de Jude Bellingham frente a la Unión Berlín, aunque tenemos otra como el tanto de Sergio Ramos frente al Atlético de Madrid en el 92:48' de partido. Ese cabezazo valió una Champions, 'La Décima', que tanto se buscó. Y eso que se intentó con José Mourinho anteriormente, pero se cayó en tres semifinales consecutivas con mucho dolor una tras otra. Ese no era el momento, y sí lo fue después, aunque se superaron los límites, ya que en eso consiste el crecimiento. Brilló el Real Madrid, tanto como los Istari en su vuelta a Valinor, y los blancos protagonizaron múltiples remontadas en el instante necesario, cuando más se necesitaba.
Esto es el Real Madrid, el de don Santiago Bernabéu, pero también el de Luis de Carlos, y el de Ramón Mendoza, y sin olvidarnos del eterno Lorenzo Sanz, que también ocupa un lugar esencial junto a Florentino Pérez en esta historia. Así como J.R.R Tolkien y su pluma escribió la historia con letras de oro en la eternidad, los blancos, generación tras generación, han dejado su marca, como un símbolo de libertad, felicidad y amor, pero también de no rendirse para superar cualquier adversidad. Eso sí, siempre en el momento justo, ni antes, ni tampoco después.